La actual problemática social y medioambiental derivada de los sistemas energéticos basados en combustibles fósiles, hace que cada día más gente se acerque e interese por otros métodos más respetuosos por el medio ambiente. Entre estos métodos alternativos destaca la biomasa que puede ser usada en viviendas individuales o colectivas por un pequeño coste en la instalación que se verá compensado en poco tiempo por sus beneficios ambientales y económicos.

biomasa

La biomasa es la fuente de energía más antigua que el hombre conoce. Se basa en quemar residuos orgánicos para generar energía térmica (calor). Actualmente, se ha avanzado en esta tecnología haciéndola más eficaz de manera que pueda ser usada desde para calentar un hogar, hasta para generar electricidad. La biomasa aplicada al ámbito doméstico proporciona una fuente de energía calorífica que acabará con la dependencia de nuestros hogares a combustibles fósiles.

La producción de energía térmica por biomasa se realiza a partir de restos orgánicos mediante combustión en calderas que alcanzan temperaturas entre los 600 – 1200ºC con un gran porcentaje de aire. Pese a que puede parecer en un primer momento que este tipo energía no es sostenible al general CO2 por la combustión, conviene aclarar que al provenir ese CO2 de restos orgánicos el ciclo del mismo no se ve alterado. Es decir, devolvemos a la atmosfera el CO2 que ha sido previamente fijado y que volverá a fijarse para volver a ser devuelto mediante combustión. Por lo tanto, al ser un combustible no fósil, es neutro desde el punto de vista del ciclo del carbono (ciclo natural del carbono entre la tierra y el aire).

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Los restos orgánicos utilizados para producir biomasa pueden provenir de tres fuentes: natural, residual o producida. La natural se produce sin intervención humana, como por ejemplo la leña. La residual proviene de residuos de la industria maderera o agroalimentaria. La producida proviene de cultivos especificamente producidos para ello. De estas tres fuentes la más ecológica es la residual pues reutiliza restos de otras actividades económicas que acabarían en vertederos. Por otro lado, la producida tiene ciertos efectos negativos, como es la explotación intensiva del terreno para producir combustibles o la perdida de zonas cultivables para alimentos.

Optar por instalar biomasa como sistema calefactorio en una vivienda tiene beneficios más allá de los ambientales que ya hemos visto. El precio del combustible no se ve alterado como ocurre con los combustibles fósiles y estas instalaciones suelen tener ayudas económicas por parte de las instituciones públicas. Además, las calderas de biomasa tienen un rendimiento elevado produciendo un ahorro energético que unido a lo anterior nos proporciona unos beneficios económicos son elevados.

Fuente: Twenergy