Los Derechos Humanos son un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse. Son inherentes a la persona, irrevocables, inalienables, intransmisibles e irrenunciables. Pese a que por su propia definición son aplicables a toda la familia humana, en 2007 Naciones Unidas vio la necesidad de publicar un documento que recogiera los derechos de los pueblos indígenas con el fin de proteger estas comunidades aisladas de seres humanos con una cultura y tradición únicas muy ligadas al territorio en el cual viven.

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Derrame petrolífero cerca de una población indígena peruana

Con esta declaración parecía que los derechos de los pueblos indígenas quedaban protegidos de cualquier injusticia cometida contra sus poblaciones o sus tierras, pero no ha sido así. Varias poblaciones indígenas de Perú y Brasil han unido sus fuerzas contra el Gigante Petrolero Pacific Rubiales, de origen canadiense, que desea explotar la riqueza del subsuelo amazónico. Este macroproyecto petrolífero ha conseguido el visto bueno del Gobierno Peruano pese a ir en contra de los intereses de los indígenas matsés, que ya han empezado a movilizarse contra este abuso.

El problema de la explotación petrolífera de estas tierras indígenas va más allá de la usurpación de un territorio natural en el que no sólo viven, sino que les provee. Existen problemas asociados a la actividad petrolífera en una zona de tan singular naturaleza que ya han sido observados en el pasado y deben tenerse en cuenta.

En Ecuador, las explotaciones petrolíferas en la amazonia han afectado enormemente a los pueblos indígenas. Se ha visto claro con la decadencia de los Huaorani, que comenzó en 1967, cuando se realizó la primera perforación de un pozo petrolífero. Con esta actividad llegó la contaminación, no sólo en casos puntuales como el accidente ocurrido en Junio de 2013 en el río Coca, sino la producida diariamente por la actividad extractora. El agua y el aire, que habían permanecido inalterados durante siglos, sufrieron un impacto incalculable que afectó a una población que no estaba preparada al haber vivido aislada del desarrollo tecnológico, produciendo enfermedades hasta entonces desconocidas para ellos.

La riqueza natural, sustento de las poblaciones indígenas, se vio afectada por esta contaminación y por el millón de hectáreas deforestadas. Además, la actividad petrolífera de la zona hizo que muchos foráneos llegaran, aumentando la población y, con ello, la presión sobre los recursos naturales. Las nuevas poblaciones trajeron consigo nuevas enfermedades que afectaron a los indígenas que no contaban con el sistema inmunológico preparado para hacerlas frente.

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Población indígena ecuatoriana: Huaorani

Con su riqueza natural y su territorio mermados, muchos jóvenes indígenas se aventuraron a comenzar una nueva vida trabajando para las petrolíferas que les prometían una vida mejor. Pero pocos se adaptaron y se vieron perdidos entre dos mundos pues su cultura, su identidad, se estaba perdiendo.

Partiendo de esta premisa y la nueva conciencia sobre los derechos de los pueblos indígenas, los matsés están recordando al Gobierno Peruano los compromisos con estas poblaciones, ya que la diversidad y la riqueza de civilizaciones y culturas es patrimonio común de la humanidad y la protección de la cultura indígena va unida a la protección de su tierra.